viernes, 8 de abril de 2011

THE "MATRIX". Después


EL PROBLEMA DE LO REAL: PLATÓN, DESCARTES Y PUTNAM

Comenzaremos por el pensador griego y su célebre mito de la caverna. En él, Sócrates nos cuenta que los humanos son esclavos que viven atados en una caverna contemplando un mundo irreal. Sin embargo, uno de ellos saldrá de la prisión e irá al mundo exterior. Le dolerán los ojos, pero conseguirá adaptarse, aumentar sus conocimientos y observar la realidad. Ahora bien, cuando vuelva a rescatar a sus amigos deberá tener cuidado, pues quizás quieran matarle.
El mito de la caverna expone la teoría platónica de las ideas, según la cual hay dos mundos. Uno es el mundo ilusorio o sensible (la caverna) donde está la mayoría de la humanidad. El otro es el mundo real o inteligible (el exterior) a donde va el esclavo liberado que progresa en su educación. El paralelismo con The Matrix se hace evidente. También hay dos mundos: el real (donde se encuentran el cielo arrasado, la tierra devastada, la ciudad de las máquinas, las cosechas de humanos, las naves de los soldados y la ciudad de Sión) y Matrix, una simulación interactiva neural, un sitio virtual donde las mentes de los humanos esclavizados creen vivir con normalidad. Quien nos revela este hecho es Morfeo en la famosa secuencia de la pastilla roja:
“Eres un esclavo, Neo. Igual que los demás, naciste en cautiverio. Naciste en una prisión que no puedes ni saborear, ni oler, ni tocar. Una prisión para tu mente.”
Neo se convertirá en el esclavo liberado, el que adquirirá nuevos conocimientos, y el que deberá tener cuidado con las mentes de los que se han quedado en las cubetas por si intentan matarle. De nuevo, Morfeo se lo advierte en el programa de instrucción con agentes. Cualquiera que no haya sido desconectado es peligroso:
“Son las mentes de los mismos que intentamos salvar. Pero hasta que no lo hagamos, siguen formando parte de ese sistema y eso hace que sean nuestros enemigos. (…) Muchos de ellos están tan habituados que lucharían para protegerlo.”
La única dificultad para la comprensión del paralelismo proviene del carácter ontológico de los dos mundos. Mientras el mundo real para Platón es inteligible (se accede a él con el alma), el mundo real en la película es físico. Por ende, el mundo ficticio para Platón es el sensible (físico), y en la película la mentira reside en un mundo virtual y mental. Como vemos, el carácter de los mundos está invertido.
El siguiente en la lista es René Descartes; las dudas que llevan al cogito, el genio maligno, mente y cuerpo, el argumento ontológico y la idea de Dios, y finalmente, el conocimiento del otro.
El paralelismo se presenta entre las figuras de Descartes y Neo. Las mismas dudas que acechaban al pensador francés son las que Neo presenta al inicio de la trilogía: “¿Alguna vez has tenido la sensación de no saber con seguridad si sueñas o estás despierto?” –le dice a su amigo Troy. Por su parte, Descartes lo expresó del siguiente modo:
“¡Cuantas veces me ha sucedido soñar de noche que estaba en este mismo sitio, vestido, sentado junto al fuego, estando en realidad desnudo y metido en la cama! (…) no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia.”
Descartes resolvió dudar de todo, pero no podía hacerlo porque Dios es bueno y no permitiría que la humanidad viviese engañada. Para sortear este obstáculo, ideó la hipótesis del genio maligno:
“Cierto genio o espíritu maligno, no menos astuto y burlador que poderoso, ha puesto su industria toda en engañarme (…) con gran cuidado procuraré no dar crédito a ninguna falsedad, y prepararé mi ingenio tan bien contra las astucias de ese gran burlador, que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme nada. Mas este designio es penoso y laborioso, y cierta dejadez me arrastra insensiblemente al curso de mi vida ordinaria; y como un esclavo que sueña que está gozando de una libertad imaginaria, al empezar a sospechar que su libertad es un sueño, teme el despertar y conspira con esas gratas ilusiones para seguir siendo más tiempo engañado.”
Como se puede suponer, el genio maligno en la trilogía son las máquinas. Descartes dice que para enfrentarse a él hay que preparar el ingenio para que no pueda imponernos nada. En efecto, todos los humanos que son desconectados pasan por un período de formación o rito iniciático cuyo fin es lograr que sean conscientes de que Matrix no es real. Un momento clave en este proceso es la secuencia del Constructor, en la que Morfeo pregunta:
“¿Qué es real? ¿De qué modo definirías real? Si te refieres a lo que puedes sentir, a lo que puedes oler, a lo que puedes saborear y ver, lo real podrían ser señales eléctricas interpretadas por tu cerebro.”
Por otro lado, el dualismo cartesiano afirma que el ser humano se compone de dos substancias diferentes pero dependientes la una de la otra, mente y cuerpo:
“Soy algo que piensa y no extenso y, por otra parte, tengo una idea distinta del cuerpo, según la cual éste es una cosa extensa, que no piensa (…) me enseña la naturaleza, por medio de esos sentimientos de dolor, hambre, sed, etc., que no estoy metido en mi cuerpo como un piloto en su navío, sino tan estrechamente unido y confundido y mezclado con él, que formo como un solo todo con mi cuerpo.”
Esta idea es también sostenida en la trilogía. Tras la secuencia del salto, Morfeo nos lo revela: “El cuerpo no puede vivir sin la mente”. Si alguien muere en Matrix, muere en el mundo real y viceversa.
Otra cuestión es la inversión del argumento ontológico (defendido por Descartes) que realiza Smith en su mítico monólogo cuando captura e interroga a Morfeo. Este argumento es una demostración de la existencia de Dios basada en su perfección. De él concluimos que Dios creador es perfecto y, gracias a eso, existe:
“Tan cierto es por lo menos que Dios, que es ese ser perfecto, es o existe, como lo pueda ser una demostración de geometría.”
Pero Smith se pregunta cómo aquéllos que han creado a las máquinas no sólo no son perfectos, sino que son odiosos: “Los humanos son una enfermedad, son el cáncer de este planeta, son una plaga. Y nosotros somos la única cura”. Así, Smith defiende que las máquinas son las perfectas y que los humanos no son más que “carne pútrida”. En último término, Descartes se planteó el problema del conocimiento del otro. Se preguntaba cómo podemos saber que la gente que deambula por la calle son personas y no máquinas:
“¿Qué es lo que veo por la ventana? Sombreros y capas, que muy bien podrían ocultar unas máquinas artificiales, movidas por resortes.”
El programa de instrucción con agentes tiene precisamente la finalidad de enseñar a Neo a tener precaución: “Cualquiera que no desactivemos puede ser un agente” –le dice Morfeo. Aquí finalizan los paralelismos cartesianos.

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