viernes, 8 de abril de 2011

THE "MATRIX". Después

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CUANDO LA REALIDAD SUPERA A LA FICCIÓN

La polución del ruido es, actualmente, el elemento más crucial de polución que existe. En las grandes junglas de cemento altamente pobladas, es muy, muy difícil encontrar silencio. Entonces lo que tenemos que hacer es aprender a encontrar silencio en el ruido. Y necesitamos encontrar paz en el caos. La gente piensa que para encontrar paz, soledad y calma, tiene que ir y buscar un amplio pedazo de tierra salvaje donde no esté pasando nada, y esté en en paz. Y eso es amoroso, es hermoso. Pero vivimos en el mundo como es, por lo que tenemos que encontrar soledad, paz y calma mientras todo el infierno se esté soltando a nuestro alrededor. Y es crítico que hagamos esto.
Si uno ve y observa a la gente encontrará que vivimos en diferentes prisiones mentales, emocionales, de culpa, de miedo, de frustración, de resentimiento, etc. Y más aún, si tenemos a millones de personas que están viviendo en su propia prisión interna, sus propias prisiones individuales, luego colectivamente no pueden hacer otra cosa que manifestar una prisión colectiva, una versión colectiva de eso... Trabajar sobre nosotros mismos es también trabajar en el mundo, porque somos el mundo, y el mundo somos nosotros.
El caos está en el ojo del espectador, en realidad. Vamos hacia un período de caos, pero ¿qué es el caos? Caos se confunde a menudo con transición. Cuando algo está rompiendo lo que necesita ser roto, entonces habrá un período de caos aparente. Pero lo que sucederá no es más caótico que si las cosas se desarrollan como se necesita, porque este sistema tiene que caer antes de que algo mejor lo pueda reemplazar, de lo contrario el sistema mismo sofocará y suprimirá lo que busque reemplazarlo. Por lo que no deberíamos enfocar demasiado en el caos como una cosa necesariamente mala.
La tecnología avanza constantemente a un ritmo vertiginoso. A pesar de ser algo natural en el hombre, al igual que con todo, si se abusa de ello es sumamente nocivo. Pasamos a tener una relación de dependencia tecnológica.
Desde las famosas etiquetas RFID (Radio Frequency IDentification) que contienen antenas para permitirles recibir y responder a peticiones por radiofrecuencia desde un emisor-receptor RFID, hasta la vigilancia por satélite, la civilización actual está implementando lentamente un sistema de control, una Matrix en la cual cada uno de sus individuos son monitoreados por cámaras, por los datos personales que se ingresan en Internet, móviles (celulares), chips, GPS, y un sin fin de artilugios que detrás del disfraz de la seguridad, control y comunicación podrían ocultar intereses muy oscuros. Después de todo, en la actualidad, el que posee la información y los medios adecuados tiene el poder.
Siguiendo con la aplicación del término Matrix a las tecnologías actuales encontramos ejemplos como un dispositivo (cuya idea patento la compañía Sony) que lanzará pulsos de ultrasonido hacia la cabeza para modificar la forma en que se comportan las neuronas en determinadas partes del cerebro con el objetivo de crear “experiencias sensoriales” que van desde transmitir imágenes en movimientos, pasando por gustos, hasta sonidos. Expertos independientes indicaron que no desestimaban esta reciente idea, aunque advirtieron sobre la seguridad a largo plazo del método propuesto.
Hasta el momento, la única forma no invasora de manipular el cerebro es una técnica llamada estimulación magnética transcraneal que utiliza los campos magnéticos para inducir corrientes en el tejido cerebral y así estimular las células del cerebro. Pero los campos magnéticos no pueden enfocarse en pequeños grupos de células del cerebro, como sí podría hacerlo el ultrasonido.
¿Estamos acaso tratando de crear ilusiones desde un mundo ya ilusorio? Sobre ésto, dos científicos británicos (que trabajan en la prestigiosa Universidad de Cambridge), el físico Martin Rees y el matemático John Barrow, sugieren que la realidad tal como la conocemos podría ser una ilusión o una supermanipulación creada por una mega-supercomputadora, como en la conocida película “Matrix”.
Barrow sostiene en un artículo académico que durante mucho tiempo se supo que una civilización ligeramente más avanzada que la nuestra podría simular “universos en los cuales entidades conscientes podían surgir y comunicarse entre ellas”.
En una sociedad mucho más experta en informática y con una tecnología mucho más avanzada, “en lugar de limitarse a simular su clima o la formación de galaxias, como hacemos nosotros, ellos podrían ir más lejos y observar el surgimiento de estrellas y sistemas planetarios”.
“Luego, una vez que incorporaran las reglas de la bioquímica en sus simulaciones astronómicas, serían capaces de observar la evolución de la vida y la consciencia. (...) Los dueños de las máquinas del universo podrían observar el crecimiento de las civilizaciones y comunicarse entre sí, discutir sobre si existe un Gran Programador en el Cielo que podría intervenir según su voluntad, desafiando las leyes de la naturaleza que se observan habitualmente”, insiste Barrow.
Martin se atreve a ir más lejos en estas elucubraciones y se pregunta si podríamos estar en una simulación semejante. En ese caso, el universo no lo comprendería todo, sino tan sólo una parte de un conjunto que Rees y Barrow llaman el “multiverso”.

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